jueves, 21 de abril de 2011

Informe Z: Perros de la calle, ni refugio ni cuidado

Unos 100 mil animales deambulan por las calles porteñas, muchas veces hambrientos y enfermos. No hay lugares públicos para albergarlos ni campañas de castración que eviten la reproducción indiscriminada.


Deambulan por ahí, esté soleado o lluvioso. Se echan en parques y pla­zas, y si hace frío puede que busquen refugio en una esta­ción de subte o una galería. Hay ve­cinos que se apiadan de ellos y les acercan agua y comida, algunos los apartan con fastidio y otros, sim­plemente, los aceptan como inte­grantes rutinarios del paisaje por­teño. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Espacio Público, en Buenos Aires hay entre 700 mil y un millón de perros y gatos, y se calcu­la que de éstos, unos 100 mil vaga­bundean sin dueño por las calles.

¿De dónde salen? ¿Por qué esta población aumenta año tras año? Según las estadísticas, alre­dedor del 90 por ciento de los ani­males callejeros fue abandonado. "El promedio de edad de aban­dono es a los dos años, cuando la mascota ya no es ese adorable ca­chorrito que llegó a casa, y tam­poco es tan viejo como para ins­pirar pena. Son abandonados en una edad reproductiva y terminan teniendo cría en la vía pública", ex­plica Mauro Aguilera, educador canino, ex coordinador de volunta­rios del Instituto Pasteur y director del establecimiento Ayudacan.

"El problema de los perros de la calle es en primer lugar el abandono y luego la falta de castración", coincide Javier Puelles, de la Socie­dad Protectora Sarmiento. "Los ca­chorritos, por ser amigables con la gente, y despertar ternura, son los que antes hallan hogar, pero la ma­dre sigue en la calle".
El abandono de mascotas se intensifica entre diciembre y febre­ro. "Antes de salir de vacaciones, el animal se vuelve un problema, entonces hay quienes lo largan a la calle, en la ruta o en el mismo des­tino turístico", asegura Aguilera.

Cuestiones de salud
Hasta fines de los 70, eran fre­cuentes los casos de rabia en la Ciudad y, por esto, perros y ga­tos callejeros eran vistos como potenciales vectores de la enfer­medad. La perrera municipal los capturaba y, pasado un período, si no morían ni eran adoptados, se los sacrificaba. La perrera por­teña dejó de circular en 1979; La Plata imitó esa decisión en 1982 y, poco a poco, los municipios de la provincia de Buenos Aires adop­taron la esterilización como única forma de control poblacional.

En la Ciudad, la función de con­trolar la rabia fue siempre respon­sabilidad del Instituto de Zoonosis "Luis Pasteur", ubicado en Parque Centenario. Pero el último caso de una persona contagiada con ra­bia canina en Buenos Aires data de 1976 y el último perro con rabia se remonta a 1981. Así las cosas, la función del Instituto en la actua­lidad es evitar la propagación de enfermedades zoonóticas, a través de la prevención y el control. Con ese fin, el equipo del Pasteur retira de la vía pública y pone en obser­vación a animales que hayan mor­dido para verificar si están infecta­dos. Equipado con 14 jaulas dobles y seis caniles, el Pasteur puede al­bergar a unas 30 mascotas.

Para llevar una denuncia al Pas­teur, la persona que fue mordida tiene consultar antes en el hospital Durand. La etapa de contagio de la rabia canina tiene lugar cuando la infección llega a las glándulas sali­vales y el animal babea. Pasada esta instancia, sobrevive unos diez días. Es el tiempo que dura la observa­ción antirrábica. Si un perro o gato que ingresó por sospecha de rabia muere al día décimo, se confirma la enfermedad y habrá que tomar me­didas antipandémicas. Si no, queda a disposición de su dueño. Ahora bien, de acuerdo con los emplea­dos del Pasteur, alrededor de la mi­tad de esos animales nunca son re­tirados. "Es que después de que un perro muerde, la familia le pierde confianza", explican. Así, muchos quedan alojados en el Instituto has­ta que alguien los adopta.

Aunque las funciones del Pas­teur son preventivas, es común que la gente se acerque al Insti­tuto con un perro o un gato para que lo reciban, ignorando que no es misión del lugar darles asilo.

"Éste no es un refugio ni un hospital de perros. Está orientado, como cualquier hospital porteño, a cuidar de la salud de las personas", afirma Mónica Quintana, una vo­luntaria que cuida a los perros que ingresan en el Instituto.

Refugiados
Así las cosas, no existe una política pública para los perros abandonados. Pero no son pocos los vecinos que se esfuerzan por ayudar a los animales sin suerte. veces, como un impulso indi­vidual -¿qué barrio no tiene una vecina o un vecino que protege a los perros que deambulan por sus calles?- y a veces organizados en asociaciones de voluntarios.

El resto de los establecimien­tos que socorren animales callejeros son emprendimientos particu­lares. Una importante organización de ayuda a los animales es la So­ciedad Protectora Sarmiento, la de­cana absoluta pues fue fundada en 1902. Con un equipo de 30 volun­tarios, aloja a unos 60 perros y 50 gatos. Esta sociedad el año pasado batió el récord de adopciones en la Ciudad con la entrega de 100 pe­rros y 200 gatos. Pero hoy se halla colapsada.

"No estamos en condi­ciones físicas ni financieras de reci­bir más animales -sostiene Javier Puelles, uno de los coordinadores de la entidad-. No recibimos dinero del Estado ni de empresas. A través de particulares, y de nuestros bolsi­llos, juntamos con esfuerzo los 22 mil pesos que necesitamos al mes para funcionar", explica Puelles.

La Sociedad Protectora Sar­miento practica castraciones por valores inferiores a los que se co­bra en una veterinaria, a un ritmo de siete por semana.
Estas organizaciones a veces cobran pequeñas sumas por alojar mascotas. La mayoría, sin embargo, terminan desbordados, pues ape­nas los vecinos se enteran de que funciona un refugio, les dejan pe­rros y gatos atados en la puerta, sin más opción que darles albergue.

Proyectos fallidos
En los últimos años, los dos intentos más serios de abordar la problemática de los más de cien mil animales callejeros que hay en la Ciudad, se vieron frustrados.

Uno fue el Centro de Atención Primaria de Animales Domésticos, que iba a estar situado en Califor­nia al 1800, en el barrio de Barra­cas. Prometía ser una especie de "Pirovano para mascotas". Con una inversión de un millón de pe­sos y una extensión de 950 metros cuadrados, el edificio se inauguró a fines de 2007, semanas antes de que Jorge Telerman traspasara su mandato a Mauricio Macri. En el acto de apertura participaron Te­lerman, Raúl Portal y su veterina­rio amigo Daniel Heller. Tres meses después, el personal contratado todavía esperaba cobrar su sueldo, no había equipamiento ni recursos y el lugar permanecía cerrado.

Ya con Macri en la Jefatura de Gobierno, una gacetilla redactada desde el Ministerio de Espacio Pú­blico objetaba que pese a las pro­mesas de prestar servicios de inter­nación, quirófano y rayos X, en el Centro "sólo se hizo diagnóstico a ojo y derivación a veterinarias de la zona". También detallaba las fallas de diseño, como por ejemplo que daba más espacio a la peluquería canina y al bar que al quirófano.

El flamante gobierno macris­ta aprovechó la oportunidad para aducir que no encontraba "funda­mentos legales y normativos que justifiquen que la Ciudad tenga un hospital veterinario público y gra­tuito" y recordó que Buenos Aires "cuenta con instituciones que pro­veen servicios similares a los que se proyectaron para ese hospital, en forma gratuita o con costos bajos", entre ellos mencionaba al Instituto Pasteur y al Hospital Escuela de la Facultad de Veterinaria de la UBA. Como consecuencia, el tan espera­do Centro de Atención Primaria de Animales Domésticos fue cerrado cuando apenas veía la luz.

Otra iniciativa de construir un lugar oficial para animales aban­donados que naufragó fue duran­te la gestión de Aníbal Ibarra, la Defensoría del Pueblo y el Insti­tuto Pasteur idearon construir un predio para ese fin en el Parque Roca de Villa Soldati.

Debía servir para descentra­lizar el Instituto, albergar animales que luego fueran dados en adop­ción. A la vez, se pensó en que algunos -funda­mentalmente perros- fueran des­tinados a los tratamientos de zoo­terapia para chicos con problemas de parálisis cerebral y secuelas de meningitis que ya funcionaba ha­cía más de 15 años.
Ese proyecto sólo quedó en una serie de reuniones y conversaciones. Además, el Gobierno de la Ciudad cerró en noviem­bre del año pasado el Centro de Zooterapia, cuando desde el Mi­nisterio de Salud se exigió la res­titución de la coordinadora del Programa de Zooterapia, la psi­cóloga Elsa Szwarcman, a su car­go de base en el hospital Piñero sin designar a nadie que la re­emplazara.

Buenos propósitos
A fines de 2010, el gobierno creó el Departamento de Sanidad y Protección Animal, que depende de la Agencia de Protección Ambiental (APRA), del Ministerio de Ambien­te y Espacio Público. El objetivo era dar cumplimiento a la Ley N° 1.338 de Control Poblacional de Animales Domésticos, que obliga al Gobier­no a prevenir la reproducción indis­criminada de perros y gatos a través de planes de esterilización quirúrgi­ca y gratuita "de modo de producir impacto poblacional".

El Departamento, desde la pá­gina web de la Ciudad, se compromete a instalar centros de salud animal para brindar servicios gra­tuitos de vacunación, tratamiento y esterilización quirúrgica. Y afir­ma que se propone llegar a 100 mil intervenciones anuales. Tam­bién proyecta organizar un regis­tro centralizado de perros y gatos perdidos, abandonados y en adop­ción y asegura estar conformando un equipo de asesores legales para asistir a los vecinos que denuncien maltrato a los animales. Por ahora, todo está en el es­tatuto de las buenas intenciones.

Mientras en otras ciudades del mundo, como Madrid, Londres o Nueva York, todavía se recurre a prácticas eutanásicas, en Buenos Aires el destino de los perros ca­llejeros está a mitad de camino. El Estado no los mata, pero muchos mueren en la calle.

Los expertos coinciden en que la problemática de los perros aban­donados se debe abordar a través de tres ejes: campañas de adop­ción, esterilización y estímulo de la tenencia responsable. "Hay que quitarles a los ciudadanos esa idea de que la hembra no debe ser cas­trada antes de ser mamá, o de que el macho sufre por no copular", sostiene Puelles. "Mucha gente suelta a su perro para que preñe a una perra en celo en la calle para que ‘se saque las ganas', sin pensar en las consecuencias", agrega.

Hoy las opciones más accesi­bles para esterilizar una mascota es llevarla al Instituto Pasteur o al Hospital Escuela de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires.

El Pasteur realiza unas 6 mil castraciones al año. Si bien se trata de una actividad extra zoonósi­ca, ayuda a la prevención de en­fermedades que luego se pueden contagiar al ser humano. El ser­vicio es gratuito y los turnos se dan los días 15 de cada mes. En el Hospital de la UBA, en cam­bio, los servicios son arancelados a precios módicos.

También es importante que las personas tomen conciencia del va­lor de adoptar una mascota que se encuentra en un refugio, antes que de comprar una en un criadero.
Por último, algunos profesiona­les creen que construir refugios no es una solución plena al problema de los animales abandonados: si no se concientiza sobre la responsabi­lidad que implica tener una masco­ta, estos lugares colapsan.
Y quienes los abrieron, con sanísimas intenciones, terminan enloqueciendo. Lo que se necesi­ta es que todo el mundo se ocu­pe, dicen.

Dónde adoptar
• www.protectorasarmiento.org.ar
• www.asocsanroque.com
• www.adopcionesresponsables.blogspot.com
http://www.ayudacan.blogspot.com/

Si encuentra un animal abandonado
Llévelo a esterilizar y vacunar al Pasteur, a la Sociedad Protectora Sarmiento o al Hospital Escuela Veterinario de la UBA (estos últimos con arancel). Algunas veterinarias no cobran la consulta si el animal es encontrado en la calle.

Si lo mordió un perro o gato
Hospital Durand: 4982- 5555/4981- 2790

Donde esterilizar y vacunar
Instituto Pasteur (Gratuito). Turnos los días 15 de cada mes.
nformes: 4982-6666/4504/842
pasteur@correo.secyt.gob.ar
Hospital Escuela de Veterinaria UBA (arancelado)
Av. Chorroarín 280. Informes: 4514-8951
dirhosp@fvet.uba.ar

Presupuesto
• Alimento: de $15 a $45 el kilo.
• Pipeta antipulgas: de $15 a $48.
• Paseador: entre $150 y $300 mensual.
• Vacunas: Antirrábica, tos de la perrera y séxtuple: $135. Plan anual.

DZ/km
Cecilia Alemano Redacción Z

 

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