domingo, 21 de agosto de 2011

Convivencia entre perros y gatos: Cómo acostumbrarlos a estar juntos

 
 
 
Vaya por delante que algunos perros quieren cazar y comerse a los gatos, y que éstos también pueden llegar a sacarle un ojo a tu querido chucho. Dicho esto, igualmente hay perros y gatos que se adoran hasta ser inseparables, crecieron juntos, o uno de ellos era un cachorrito cuando se conocieron… Estas circunstancias facilitan la vida en harmonía, aunque mezclar perros y gatos adultos siempre es una cuestión compleja y problemática. Pero no imposible. Veamos cómo facilitar tan difícil misión.

Imaginemos que la casa es de un gato adulto, es decir, el recién llegado es un perro, también adulto. Éste puede ser un proceso difícil para los propietarios, pero peor sería meter a un gato adulto en territorio de un perro adulto, ya que los gatos se adaptan con más dificultad a los cambios. Lo mejor es que gatos y perros se críen juntos, introducir un cachorro en una casa donde viva un gato, o meter gatitos en una casa donde viva un perro, pues éstos toleran menos los cambios. Aún así, tengamos en cuenta que, hablando de convivencia, los resultados varían mucho según los casos.

Ojo, antes de nada, tengamos presente el instinto de presa que tiene un perro, y que le impulsa a correr detrás de un gato. Lógicamente, éste puede acabar herido o muerto, y también intentará defenderse como pueda, con el riesgo de lesionarle los ojos.

Así, el mejor consejo sobre la introducción de un perro a un gato es supervisar en todo momento y tomarlo con calma: darles todo el tiepo que necesiten para acostumbrarse el uno al otro. Ahí van algunos consejos, enumerados paso a paso:

- Olisqueos antes de verse: Lo primero, encierra al gato en una habitación con comida, bebida, cama y caja. Antes del primer encuentro, perro y gato deben olerse mutuamente. Ponles a tiro de hocico ropa de cama o accesorios que huelan a ellos (frota una toalla sobre uno de los animales y colócala bajo el comedero del otro. Esto debería hacerse con cada una de las mascotas en la casa…).

El objetivo es hacerles entender que son aceptables, para ello perro y gato han de conseguir algo que quiere cuando el gato esté presente. Esto es especialmente importante en el caso del perro, potencialmente más peligroso.

No será hasta que pasen la primera fase cuando podamos acercarlos físicamente, pero será con un obstáculo que impida el contacto: una puerta bajita de bebé, tipo vallita, puede servir. La regla es que se conozcan sin compartir habitación (territorio, en su idioma) e ir abriendo la puertecita durante periodos cortitos de tiempo, para que también puedan verse. Si los animales están muy alterados la mantendremos cerrada.

- Comer junto a la puerta cerrada: Una vez encerrado al gto, dar de comer a los animales a ambos lados de la puerta de la habitación del gato, los primeros días ponerlos más alejados e ir acercándolo poco a poco, hasta pegarlos a la puerta. Así lograremos que relacionen algo agradable (comer) con los olores del otro. El siguiente paso es sujetar la puerta con una cuña, entreabrirla un poquito y permitir que se vean mientras comen.

- Perro atado con correa: Durante la primera semana en la que se produzca el contacto, mientras el gato esté en el mismo espacio el perro ha de estar sujeto, lo mejor es mantenerlo atado con la correa.

- Entrenamiento del perro: Para asegurarte una introducción más suave y segura, debes acudir a los entrenadores de perros. Esta es una medida que conviene dependiendo del tipo de perro, y que debes juzgar tú mismo. Si no lo haces, al menos has de asegurarte de que el perro responde perfectamente a las ordenes de sentar, tumbar, ven y quieto. Hasta que no tenga claras estas órdenes no se puede seguir.

Incluso si ya las conoce, refuérzaselas, entrena a tu perro en un área separada hasta que las obedezca al momento. Motívalo con golosinas y juguetes, que serán imprescindibles cuando tenga delante una distracción tan fuerte como la presencia de un gato.

- Primeros contactos: Dale a tu perro la orden de siéntate, quieto, o similares, con correa y bozal si es que lo precisa, y ofrécele una golosina u otras recompensas cuando cumpla en presencia del gato. Además, que otra persona entre a la habitación con el gato en brazos y se siente al otro lado de la habitación.

Repitamos este paso durante un tiempo, hasta que el perro y el gato se muestren tranquilos, sin signos de miedo o agresión. Al principio, mantener al perro atado con la correa y premiarlo cuando esté calmado. Al gato también hay que premiarle para que vea al perro como aceptable.

- Acercamiento: Durante el tiempo que el gato esté en la habitación, debes atraer la atención del perro hacia ti y no dejar que fije su mirada en el gato. Al principio, ambos deberán estar en los extremos opuestos de la habitación. Mejor muchas visitas cortas (de 2 ó 3 minutos) que pocas visitas largas.

Estos mini encuentros deben finalizarse en un momento tranquilo, y al acabar una persona llevará el gato a su habitación de confinamiento y tú te irás a jugar afuera con el perro durante 5 minutos.

Las visitas han de ser cortas para evitar que el perro se vuelva incontrolable y el gato haga su miedo más grande. Repetir los pasos de este apartado hasta que ambos toleren la presencia del otro. Es decir, hasta que se les vea tranquilos, sin signos de agresividad ni huida.

- Liberar al gato: Una vez se toleren, deja que el gato explore libremente la habitación de nuevo, mientras el perro está atado con su correa y su atención centrada en ti, no en el gato. Otra vez, hay que premiar la calma del perro, mimarlo, recompensarlo.
¿Y si el perro se muestra agresivo? Hay que dar marcha atrás, es signo de que estamos yendo muy deprisa en los pasos.

- Perro rebeldón: Si al principio el perro se lanza a perseguir al minino, quizás sea necesario usar el collar de entrenamiento o, al menos, tenerlo sujeto con correa. Se haga como se ha aga, hay que impedir que el perro persiga y atemorice al gato. Y ya sabes, cuando se calme, agradécele su comportamiento con frases dulces y dale golosinas.

- Nunca castigar al perro: Aunque el perro debe entender que no debe perseguir al gato, esto se logra enseñándole qué conductas son aceptables, tales como sentarse, venir cuando se le llama, o tumbarse, y premiarle por ellas.
Si el perro recibe castigos cuando está en presencia del gato, podría relacionar su presencia con estos castigos,culparlo y agredirlo.

- Perros y perros: Hay perros con instinto cazador, deberemos evitar algunas razas, como por ejemplo el Husky siberiano. Lo recomendable es elegir razas tranquilas, que faciliten la convivencia.

- Caricias y juegos: Perros y gatos pueden sentir celos el uno del otro. Intenta no darles motivos, juega con ambos igual, no te pases el día acariciando al perro en presencia del gato, porque éste interpretará que ha dejado de ser el rey de la casa. Ni al contrario. Así evitarás conflictos entre dos animales que pueden lastimarse de veras.

- Solos en casa: Hasta que se acostumbren uno al otro, han de seguir ocupando zonas separadas de la casa.
En los primeros días de tolerarse, también cuando se queden solos han de separarse. Y cuando se toleren y lleven bien, el gato siempre ha de tener algún lugar donde escapar. Así, aunque la convivencia sea buena, hay perros que tienen un instinto de presa tal que nunca deberían dejarse solos con el perro. Y, en todo caso, ambos han de tener áreas separadas donde poder estar a solas.

- Tamaños muy diferentes: Por bien que se lleven, ten cuidado si hay una gran diferencia de tamaño. Si el perro es mucho más grande, pon atención a los juegos, pueden hacerse daño sin querer (morder al gato, aplastarlo, etc..

- Comida separada: Un animal con el estómago satisfecho está más tranquilo y es más amigable. Por eso, hemos de asegurarnos de que no tienen problemas con la comida (comida que les guste, en cantidad suficiente y en lugares separados, donde puedan comer tranquilos, sin la presencia del otro).

Además, evitaremos que el perro se coma la comida del gato, algo que suelen hacer, o incluso que se coman las heces del gato, y que éste sienta invadida su caja de arena.

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